Ahorrar energía utilizando fluorescentes
Excepto en el momento del encendido, el consumo de las lámparas fluorescentes es muy eficiente.
Por este motivo, un axioma universalmente aceptado es que en las estancias que han de estar permanentemente iluminadas es preferible usar tubos fluorescentes y lámparas compactas que utilicen esta misma tecnología en lugar de focos o bombillas incandescentes. Aunque el precio de estas lámparas es más elevado, a la larga resultan más económicas…
Excepto en el momento del encendido, el consumo de las lámparas fluorescentes es muy eficiente.
Por este motivo, un axioma universalmente aceptado es que en las estancias que han de estar permanentemente iluminadas es preferible usar tubos fluorescentes y lámparas compactas que utilicen esta misma tecnología en lugar de focos o bombillas incandescentes. Aunque el precio de estas lámparas es más elevado, a la larga resultan más económicas.
De hecho, está comprobado que la duración aproximada de los fluorescentes puede llegar a ser diez veces mayor y que consumen cuatro veces menos energía. Únicamente hay que tener en cuenta que estas luminarias tienen un mayor consumo al encenderlas que el gasto de energía que supone mantenerlas sin apagar en espacios cortos de tiempo.
La vida útil de los fluorescentes ronda las 5.000 y 7.500 horas. Aunque pueden durar mucho más, tras este periodo disminuye de forma patente el flujo luminoso.
Más cantidad de luz con menos vatios
Pero para conseguir ahorrar energía es fundamental saber cómo funcionan los dispositivos y aparatos, cuáles pueden ser los diferentes tipos de energía que consumen y el aprovechamiento que se puede obtener de ellos.
Un fluorescente es una fuente luminosa que se produce debido a una descarga eléctrica originada dentro de una atmósfera de gas inerte en la que se encierra vapor de mercurio a baja presión. En este ambiente se genera un fenómeno lumínico que se conoce como fluorescencia.
Normalmente se trata de un tubo de vidrio que está recubierto por dentro de una sustancia fluorescente. En el interior del tubo se halla un gas noble o inerte (argón, criptón, neón…) enrarecido con partículas de mercurio. La radiación ultravioleta del vapor de mercurio se transforma en radiación visible.
De este modo, una lámpara compacta fluorescente de 32 vatios, por ejemplo, produce la misma cantidad de luz que una incandescente de 75. Existen numerosos tipos de lámparas fluorescentes que permiten el ahorro de energía eléctrica: AR (arranque rápido), AI (arranque instantáneo) y, por lo general, suelen ser circulares o en forma de U. La potencia oscila entre los 17 y los 60 vatios.
Consejos de uso e instalación
Las lámparas fluorescentes más habituales son un tubo lineal. Normalmente son rectilíneas aunque también se encuentran en forma de U o redondas. El diámetro de los tubos puede ser de 7mm, 16mm, 26mm o 38mm. Se conocen por su denominación en octavos de pulgada: T2, T5, T8 y T12…
Los más pequeños requieren ser alimentados a través de equipos electrónicos. En cuanto a la eficacia lumínica (cantidad de luz por vatio de potencia), por lo general, a menor diámetro mayor eficacia.
A temperaturas bajo cero el rendimiento lumínico de los fluorescentes baja. No obstante, varias marcas fabrican lámparas con recubrimientos especiales o con doble tubo aislante para iluminar los lugares más fríos.
Para reducir gastos conviene iluminar exclusivamente los espacios que sea preciso con las lámparas y tubos adecuados. A continuación se exponen algunos consejos:
– La luz debe estar apagada siempre que no sea necesaria. Pero en el caso de las lámparas o tubos fluorescentes, si hay que ausentarse de una estancia durante un período de tiempo inferior a 15 minutos no será aconsejable apagarlas porque tienen un mayor consumo durante el encendido que el gasto de energía que supone mantenerlas sin apagar un espacio corto de tiempo. Por otro lado, el proceso de encendido también reduce el tiempo de uso de elementos como los cebadores o el propio fluorescente.
– La luz diurna es la mejor por ello es conveniente mantener cortinas y persianas abiertas mientras haya luz solar y realizar numerosas actividades aprovechándola.
– En los lugares donde no se requiera mucha iluminación pueden usarse focos de 25 watios, que muchas veces también serán suficientes para alumbrar desde las lámparas múltiples.
– Algunas luminarias disponen de un regulador de intensidad, también llamado “dimer”, para graduar la luz al mínimo necesario. También pueden usarse temporizadores y relojes que permitan programar el encendido o la interrupción de corriente cada cierto tiempo o a una hora determinada.
– Es recomendable colocar interruptores de presencia que entran en funcionamiento únicamente cuando detectan a las personas.
– La utilización de lámparas compactas fluorescentes también asegura el ahorro en consumo. Son aquellas formadas por un tubo de entre 10 y 16mm de diámetro doblado en forma de U invertida. Por sus pequeñas dimensiones permiten ser utilizadas donde las lámparas lineales de potencias semejantes no caben.
– Para trabajar en un escritorio o mesa de despacho lo mejor es utilizad una lámpara de mesa fluorescente.
– Tanto lámparas fluorescentes como incandescentes han de permanecer limpias de polvo para que la suciedad no bloquee la luz que emiten.
Es indispensable por motivos de seguridad mantener en óptimo estado la instalación eléctrica. Además, una instalación en malas condiciones gasta más energía y puede dañar los aparatos. Síntomas como la disminución de la intensidad de la luz al conectar algún enchufe o aparato, variaciones en la imagen de la televisión significan que la situación de la instalación eléctrica no es la adecuada o que algo se encuentra en mal estado.
Fuente: web de repsolypf
Participa y deja un comentario, si eres valiente.